Las elecciones presidenciales en
Brasil se concentrarán, únicamente, en dos candidatas. Así lo subraya la
intención del voto de más de 142 millones de brasileños que sufragarán el
próximo 5 de octubre.
El 70% por ciento del
electorado, según el diario Folha de Sao Paulo, elegirá entre Marina Silva, del
Partido Socialista Brasileño (PSB) y la actual mandataria y candidata del
Partido de los Trabajadores (PT), Dilma Rousseff.
Aunque la ecologista Silva logró
poner el peligro la virtual reelección de la candidata del partido del
exmandatario Lula Da Silva, los números variaron en la última semana. Rousseff,
de acuerdo a una encuesta de Vox Populi, ganaría la primera vuelta con un 40%
de apoyo y la segunda vuelta con el 46% de los votos.
Estos números, impactaron en el
mercado de valores de Brasil. La posible reelección de la postulante del PT
desanimó a las Bolsas de Río y Sao Paulo, que cayeron en un 4%, en promedio, a
lo largo de la semana. La política estatista de Rousseff convirtió al Estado brasileño en un actor importante
de la economía nacional.
La gran interrogante es qué
haría Silva si llegase al Palácio do Planalto. La candidata socialista,
públicamente, defiende políticas económicas de libre mercado. A la par, aboga
por incrementar el número de beneficiarios del programa social Bolsa Familia a
24 millones de personas y elevar el gasto
en salud pública hasta el 10 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).
Pero Rousseff está dispuesta a
dar la batalla. Su principal capital político es la figura de Lula, que funge como gancho electoral. Además, le apuesta a una campaña puerta a puerta con los
militantes petistas a todo lo largo del país.
La candidata presidenta no
escatima a la hora de mostrar los logros de los sucesivos períodos de gobierno
del PT. Por eso, en la Asamblea General de la ONU, esta semana, recordó que la
tasa de incidencia de la pobreza se redujo del 16,1 %, en 2007, al 9%, en 2012,
de acuerdo a cifras del Banco Mundial.
Es, precisamente, entre los
sectores más pobres del gigante sudamericano que Rousseff tiene mayor apoyo. El
50% de las personas de menores ingresos votarían por la actual mandataria. Por
eso, el voto cautivo es también importante en el nordeste brasileño, la zona
más pobre del país, donde se concentra el 26,8% de las personas con derecho al
voto.
En el contexto regional, los 12
años de ejercicio del poder del PT han significado un respaldo a los procesos
políticos de Venezuela y de otros gobiernos populistas radicales en la región. Además, Brasil ha liderado los mecanismos de
integración económica del Mercosur y se ha mantenido en la línea de no
suscribir tratados de libre comercio fuera del bloque.
Pero, al interior de Brasil hay
un concenso: Marina Silva sigue la trayectoria de otros postulantes que han
ganado el sillón presidencial. La candidata socialista se ganó primero el favor
de los jóvenes y de la clase media. Sin embargo, lograr el apoyo de los más
pobres, que no quieren perder las ayudas gubernamentales, resultará más
complejo.