domingo, 7 de junio de 2015

Sin necesidad de disculpas



Por Nivaldo Machín de la Noval


Frases como: “Quiero ser mi propio jefe” o “Deberías ponerte un negocio” son muy comunes en nuestro entorno. Según el Monitor Global de Emprendimiento, Ecuador se ubica entre los 15 países con mayor tendencia a iniciar nuevos negocios. ¿Qué tienen a su favor los innovadores ecuatorianos? Su juventud y ese olfato para detectar oportunidades en el mercado. ¿Qué los limita? La escasa capacitación que muestran y el limitado financiamiento al que tienen acceso. Por si no lo imaginaba, siete de cada diez adultos de Ecuador están en proceso de iniciar un nuevo negocio y se encuentran en los tres primeros años de gestión de una nueva empresa. 



¿Y a qué se dedican los jóvenes y las jóvenes que deciden ponerse una empresa? El grueso de ellos se enfoca en servicios al consumidor en el mercado nacional. Es decir, los ecuatorianos apuestan, en su micro-inversión, por su país. Sin embargo, el gran escollo de casi todos los emprendimientos es el capital, el financiamiento. El 84% de los nuevos negocios tiene un capital inferior a los 10 mil dólares y emplea vieja tecnología. ¿Y qué los motiva a seguir? El deseo de triunfar, de ganar más, de garantizar un futuro para su familia y para sí mismos. ¿Qué sucederá si triunfan en esta ardua carrera de obstáculos? 




Como pinta el panorama, habrá muchas manos ávidas de tomar parte de la riqueza amasada con trabajo, con ese esfuerzo individual que comenzó cuando nadie o muy pocos creían que sería posible. Cuando las reglas del mercado son justas y claras, la ciudadanía de un país se siente motivada porque sabe que, con su trabajo, podrá dotar de mejores condiciones de vida a sus allegados inmediatos. Además, un negocio, genera empleos y tributa al fisco, acorde a las leyes del país. ¿Debería tributar nuevamente por el ahorro de esas ganancias que quedaron, después de haber cumplido con todos los requerimientos legales: aportes a la seguridad social, pago de salarios, tributación? 




El éxito de los emprendedores, su motivación, no depende del tamaño de la economía nacional, sino que se conecta con otros factores, que van desde lo macro, como las políticas de Gobierno; hasta lo micro, como las opciones de capacitación para el emprendedor. ¿Y qué sucede con el éxito? Las economías que tienden a proteger el empleo formal de bajos ingresos y a penalizar el enriquecimiento lícito, suelen ser estériles en cuanto al impacto que tienen los emprendedores y los emprendimientos en su desarrollo. 



Por eso, cuando escucho ciertos tópicos díscolos, en los políticos de turno, me viene a la mente una frase que dijo Miranda Hobbes, la exitosa abogada de la serie Sexo en la ciudad, ante un amante acomplejado que ganaba menos que ella. La pelirroja, interpretada por la actriz Cynthia Nixon, le dijo: “¿Por qué debería disculparme por mi éxito?” Y yo pregunto nuevamente: ¿por qué?


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