por Nivaldo Machin de la Noval
La Asamblea Nacional tiene numerosos temas pendientes en materia legislativa. No me refiero a la postergada fiscalización. En su agenda hay copiosos y variados proyectos de ley y reformatorias de diversa data. Sin embargo, en una semana han aprobado dos resoluciones que nada o muy poco contribuyen a la labor de los asambleístas.
De la primera de estas resoluciones, la referida a las protestas callejeras, ya conversamos. Ahora es preciso observar el otro texto legislativo. Después de la intervención de la asambleísta de Madera de Guerrero, Cinthya Viteri, el oficialismo presentó un proyecto de resolución para limitar el uso de material de apoyo en las intervenciones de los asambleístas. En la práctica, solicitaron aplicar a la legisladora de la oposición lo que establece la Ley Orgánica de Comunicación. ¿Cómo sería un debate legislativo en estas condiciones?
Es válido recordar que la Constitución de la República, impulsada por el oficialismo, en su artículo 84, establece que "las leyes, otras normas jurídicas ni los actos del poder público atentarán contra los derechos que reconoce la Constitución." Esta posibilidad que abre la mayoría oficialista podría devenir en un tipo de censura previa. Si tal realidad se constituyere, también se estaría violentando otra de las garantías constitucionales: no puede haber ninguna forma de censura previa.
Pero, además, de acuerdo a la Constitución, los legisladores no son responsables ni civil ni penalmente por lo que digan en el Pleno de la Asamblea Nacional. La nueva resolución habla de una “responsabilidad administrativa”, aunque un texto resolutivo de la asamblea no tiene fuerza de ley. ¿Cuál es la necesidad de duplicar lo que ya establece el Código Orgánico Integral Penal y la Ley Orgánica de la Función Legislativa sobre la honra de terceras personas?
Por su naturaleza misma, el poder legislativo es un sitio de debate. En el aire queda la pregunta: ¿cuál será el órgano imparcial de la Asamblea que determinará si el contenido de la intervención de un asambleísta se ajusta a la verdad? ¿La verdad de quién? Recordemos lo que decía Cicerón: La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio.
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