La virtualidad añade y despoja. Una de las pérdidas son los olores. Las palabras impresas, a base de tinta, tienen el aroma grácil de las ideas. Soy uno de los añadidos: Nivaldo Machín de la Noval, la tinta tras estos escritos.
Terapia de rehabilitación en niños con cáncer, en el Hospital Solca de Quito
Sobre la hierba del Parque Metropolitano, Mónica brinca con todas las fuerzas de sus nueve años. La responsable de esta felicidad es Mika. Mónica no ve. Tampoco se mueve muy bien. Antes era peor. Casi no caminaba y estaba triste. Ahora, se agarra del arnés de Mika y, juntas, pasean por toda el área verde.
De lejos, Marcia, la madre de la pequeña, los observa. Mónica y Mika se quieren. Ambas lo saben. La niña quiere conocer ese mundo que antes miraba desde su banca. Con la golden retriever, juega a hacer pasteles de hojas con una receta secreta. Hasta se anima a cantar. Mika la observa y se deja dar suaves halones de oreja. Es parte de la complicidad entre ambas. Como las citas semanales donde Mika le entrega una medicina especial que solo conocen los perros… pero es un secreto.
Relacionarse con animales es una de las mejores terapias para situaciones de estrés
La visión que tienen, de Rafael Correa, sus aliados ideológicos
La concepción humanista de la historia
reconoce el papel de los sujetos en los distintos procesos de transformación
social. Los marxistas, sin embargo, apuntan a las masas como la entidad capaz
de producir los verdaderos cambios sociales. Habría que preguntarse si Pericles
(495 a.C. – 429 a.C.) representaba el postulado que emplea la izquierda para rotular
a un ser humano como excepcional.
Un gran hombre lo es
no porque sus particularidades individuales impriman una fisonomía individual a
los grandes acontecimientos históricos, sino porque está dotado de
particularidades que le convierten en el individuo más capaz de servir a las
grandes necesidades sociales de su época (Pléjanov, 1963: 18).
Lo innegable es que, en el siglo V a.C.,
Pericles delineó la base de una sólida práctica democrática en Atenas. Por
ello, en su famoso Discurso fúnebre,
pronunciado en el 431 a.C. dice: “Tenemos un régimen político que no emula las
leyes de otros pueblos y, más que imitadores de los demás, somos un modelo a
seguir. Su nombre, debido a que el gobierno no depende de unos pocos sino de la
mayoría, es democracia (Tucídides, II-VII)”. Su modo de hacer política fue
excepcional. Por ello, cabría preguntarse si en Ecuador, una realidad tan
distante, geográfica y temporalmente; existen las condiciones constitutivas de
la democracia que expuso el célebre político ateniense.
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Es necesario comenzar por uno de los credos
de los cuales se sentía orgulloso Pericles: el valor de la palabra. En Atenas,
se debatían públicamente todos los asuntos. Esa era la metodología para que
emergiera el pensamiento racional y conducirse a la acción. El propio Pericles
decía: “en nuestra opinión, no son las palabras lo que supone un perjuicio para
la acción, sino el no informarse por medio de la palabra antes de proceder a lo
necesario mediante la acción (Tucídides, II-VII)”.
Es importante señalar que el
pensamiento griego suele caracterizarse por su dicotomía, por lo que palabra y
acción se comprenden como conceptos separados. Con el debate, se podía impedir
la concreción de ciertos actos y, además, evitar el peso de la predestinación o
la protección divina a ciertas y determinadas empresas.
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Pero,
más allá de la habilidad discursiva de los atenienses, lo cierto es que se
demandaba del individuo estar bien informado para que su exposición fuese
fructífera. En tanto, veintiséis siglos después, el presidente ecuatoriano,
Rafael Correa, suele mostrarse bastante reacio al diálogo. Demanda de los
individuos una unanimidad que anula el debate público. Una vez que identifica a
quien no coindice con sus postulados, enfila la artillería comunicacional del
gobierno en su contra. Así lo reportó la Relatoría Especial para la Libertad de
Expresión en su Informe Anual 2009, cuando señaló que
de manera frecuente, el
Presidente dedica cerca de una hora de
su espacio televisivo semanal para descalificar duramente a la prensa, y tildarla,
en diversas oportunidades, de ser ‘conspirador[a]’, ‘corrupta’,
‘desestabilizador[a]’, ‘irresponsable’ y ‘mentirosa’. De la misma forma, habría
invitado a la ciudadanía a no comprar los periódicos y amenazado públicamente
con emprender acciones judiciales contra algunos medios y periodistas críticos
de su gobierno (CIDH, 2009)
Imagen por cortesía de www.eldiario.ec
También Leonor Arfuch (2002) remite a los postulados de Mijaíl
Bajtín sobre el hombre como un sujeto lingüístico. El filósofo ruso plantea un ser
que se construye y está revestido de la otredad del lenguaje. Por lo tanto, en
la voz de un entrevistador, emergen las voces que asume por su rol social, pero
también están las otras voces, las que lo han conformado. Cuando el periodista
intenta aprehender la realidad, lo hace desde postulados y verdades que, a
veces, cree originales. Lo cierto es que son creencias pre-existentes a las que
ha dado su carga afectiva e izado como banderas personales.
Sin embargo, ese intercambio de preguntas y respuestas no es una
mera transacción de información. García Márquez llegaba a compararla con un
acto amatorio, que será memorable si quienes participan son cómplices. Lo que
indica esta analogía es la necesidad de crear vínculos, sin olvidar que el
periodista representa y trabaja para el público, para develar verdades, en un
clima de respeto y cordialidad.
Imagen por cortesía de www.laredaccion.org
En toda entrevista existen zonas de fricción. Junto a la
intimidación por el poder del periodista y del público, están intereses y
objetivos divergentes, por principio. Pero las relaciones interpersonales de
respeto deben primar sobre el periodista redentor, que acorrala a su invitado y
lo despoja de sus secretos. Toda persona reclama para sí una imagen ante la
sociedad, que incluye no ser avasallado y recibir consideraciones por la
prestancia de sus acciones o saberes.
En la teoría de las intersubjetividades,
Alfred Schutz plantea que lo cotidiano no es un coto privado sino un mundo
intersubjetivo. Así, los espacios informativos deben promover ese patrimonio
común. No importa qué tan dispares sean las experiencias de vida, hay que
mostrar interés y hacer sentir agradable al otro. Según Arfuch (2002: 155), hallar
ese sustrato compartido “es capaz de anudar, a su vez, el afecto y la
confianza”. Entonces, cuando se tienden puentes, se refuerza el sentido
etimológico de comunicar: poner en común.
Imagen por cortesía de www.elnuevodiario.com.ni
Las
historias que circulan en los medios de comunicación no son propiedad de quienes
las cuentan. Son un patrimonio común, un relato grupal que se construye y
reconstruye. Por lo tanto, en el modo de comprender el mundo, hay un concierto
de voces que han sido asimiladas por cada individuo. El ser humano es en tanto
lenguaje y el hecho lingüístico solo tiene sentido cuando es puesto en común.
Entonces, el otro es imprescindible para edificar, consolidar, replantear y
comprender los nexos entre el individuo y su contexto. Por eso, en cada entrevista,
se activan mecanismos de gozo y necesidad, semejantes a cuando alguien dice:
“Había una vez…”
La
convergencia de las telecomunicaciones produce una nueva televisión y un tipo diferente
de consumidor. Para las entidades gubernamentales ecuatorianas, “los usuarios
demandan calidad, movilidad, interactividad, portabilidad, multiservicios
(Ministerio de Telecomunicaciones y Sociedad de la Información, 2014).
En
concordancia con esos planes, la implementación de la Televisión Digital
Terrestre (TDT) se erige como el primer gran paso para el futuro del medio
televisivo en Ecuador. ¿Bastará, únicamente, con el desarrollo tecnológico?
Imagen por cortesía de www.enriquehernandez.info
Inicialmente, gracias a la TDT, existirá acceso
universal, libre y gratuito a la televisión abierta. Pero la calidad que
demanda el usuario ecuatoriano debe corresponderse con información validada. Siempre, la nueva televisión, debe
considerar que los consumidores arman su menú informativo con lo que toman de
aquí y de allá. En la televisión del futuro, no habrá que competir por la exclusividad.
A
partir del postulado anterior, las narrativas televisivas por venir, tanto en
la televisión abierta como en la televisión pagada, resultarán interactivas, hipertextuales,
transmedia y con variados servicios.
Imagen por cortesía de www.adslzone.tv
En tanto, la televisión pagada hará realidad, de modo masivo, el llamado
triple-play que consiste en lo que los teóricos definen como la provisión de servicios combinados de voz, Internet,
televisión en entornos fijos y móviles y conectividad inalámbrica de tipo Wi-Fi.
También, los contenidos transmitidos, se
completarán de acuerdo a las necesidades individuales del usuario, en una
propuesta de convergencia mediática. De la concepción masiva de la
comunicación, habrá que pasar a una segmentación minuciosa del mercado. Por lo
tanto, la televisión permitirá interacciones cognitivas, afectivas y lúdicas.
Imagen por cortesía de www.prensario.net
Si
se prioriza lo lúdico, la televisión ecuatoriana incrementará la producción de
dramatizados. Muchas de las validaciones sociales, en el país, tendrán a los
dramas y comedias televisadas como eje central.
Además, la participación activa del Estado en la gestión de los medios de comunicación, junto al nuevo marco legal de regulación, incidirá en el desarrollo futuro de la televisión en Ecuador. La certeza mayor podría estar, por tanto, en que esa pantalla iluminada seguirá fungiendo como fuego primigenio en los hogares ecuatorianos, durante las próximas décadas.